¿Descansando?

Mi semana de vacaciones tomaba rumbo al sur de Portugal. Con la idea de desconectar y descansar salgo a la carretera para hacer algo más de 750 kms, ¿se puede descansar empezando así?
Menos mal que el recibimiento no pudo ser mejor, con tanta ilusión puesta en este viaje algo me confirmaba que selijote tenía que estar en este sitio.
Después de cruzar diagonalmente la península no iba a encerrarme en un hotel para estar yendo de la playa a la piscina una y otra vez, así que emprendí camino hacia el cabo de San Vicente, el punto más alejado desde Madrid de mi viaje.

Cuando llegas, ves como el camino de tierra se acaba y termina en un faro que es quien decide si te asomas por la derecha o por la izquierda. Con un majestuoso sol de fondo no entiendes como los puestos turísticos venden jerseys y otras ropas de abrigo. El cabo de San Vicente es una sorpresa en todos sus sentidos, tanto por los paisajes que se pueden contemplar como por el tiempo que puede hacer, totalmente distinto al de unos kilómetros atrás.

Despidiendo al Cabo de San Vicente voy al encuentro de un pueblecito cercano, con nombre de una de las cervezas más famosas de Portugal, Sagres. Este pueblo respira tranquilidad, sus blancas casitas, la cercanía al mencionado cabo, su pequeño puerto marítimo y su ambiente "hippie" invitan a eliminar el reloj de las manos de quienes a estas alturas no lo hayan hecho.

Viendo tanto mar dan ganas de bajar a tocarlo, mojarte, refrescarte y tomar el solecito, así que la siguiente parada sería en Portimao, zona famosa por albergar maravillosas playas, la Praia da Luz famosa por la desaparición de "Maddie" hizo que desviara la ruta hacia Praia das Rochas, mucho menos masificada y donde pude presenciar una misa en portugués en una pequeña capilla con multitud de feligreses que se agolpaban en sus sillas de playa y que captó mi atención durante unos minutos.

En unos días sigo contando cómo me malacostumbré estos días...