Aprovechando que hace unos días se cumplía el 75 aniversario del emblemático puente de San Francisco empecé a hacer pruebas en carboncillo y buscar ideas para componer la postal que más se adecuara al trabajo final. Una obra de ingeniería de estas dimensiones y que tanta influencia ha tenido tanto en cine, literatura como para cientos de suicidas debía tener también su recuerdo en un lienzo y es lo que he tratado de conseguir. Os dejo por aquí unas imágenes del proceso que he llevado hasta el punto final, podía haberlo trabajado bastante más, pero sigo creyendo que los cuadros no se terminan, se abandonan en un momento en el que creemos óptimo pudiéndose recuperar más adelante si así lo creemos necesario. Este ya luce dando la bienvenida en el hogar familiar.

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